Infecciones: medidas preventivas
Mantener limpias las manos es una de las maneras más importantes de prevenir la propagación de infecciones y enfermedades.
Las manos limpias previenen las infecciones. Mantener las manos limpias previene las enfermedades en la casa, la escuela y el trabajo. Las prácticas de higiene de las manos son herramientas clave de prevención en establecimientos médicos, guarderías, escuelas e instituciones públicas, y contribuyen a proteger la integridad de nuestros alimentos.
En la casa, el lavado de las manos puede prevenir la propagación de infecciones y enfermedades entre los miembros de la familia y, en ocasiones, en toda la comunidad.
La regla básica en la casa es lavarse las manos antes de preparar los alimentos, antes de comer, después de cambiar pañales, después de toser, estornudar o sonarse la nariz con un pañuelo desechable, o después de ir el baño.
Ignaz Semmelweis, un médico austro-húngaro, fue el primero que demostró, hace más de 150 años, que la higiene de las manos puede prevenir la propagación de enfermedades. El Dr. Semmelweis trabajaba en un hospital en Viena en el cual las pacientes del pabellón de maternidad estaban muriendo a un ritmo tan alarmante que ellas rogaban que las enviaran a casa La mayoría de las pacientes fallecidas habían sido atendidas por estudiantes de medicina que habían trabajado con cadáveres durante una clase de anatomía antes de iniciar sus rondas en el pabellón de maternidad.
Debido a que los estudiantes no se lavaban bien las manos después de tocar a los cadáveres y antes de atender a las pacientes (el lavado de las manos no era una práctica de higiene reconocida en esa época), una bacteria patógena se transmitía regularmente de los cadáveres a las madres a través de las manos de los estudiantes.
El resultado era una tasa de mortalidad cinco veces más alta en las madres que daban a luz en un pabellón del hospital que las que daban a luz en otro pabellón donde no eran atendidas por estudiantes de medicina.
En un experimento que sus colegas consideraron extraño, el Dr. Semmelweis insistió en que los estudiantes se lavaran las manos antes de atender a las mujeres. El resultado: el número de muertes en el pabellón de maternidad fue cinco veces menor.